La mano de Reagan: Cualquier semejanza con Chile es mera coincidencia

El blog «En Nombre de la Madre» publicó una traducción a un artículo original de Michael Moore sobre cómo el gobierno de Reagan transformó la sociedad norteamericana en la década de los ’80. Lo copio aquí porque Blogger ahora indica que «El blog se ha eliminado».

Antes de entrar al contenido pleno de la carta de Michael Moore, el contexto es el cambio en la política que desequilibró las diferencias entre los más ricos y los más pobres, usando como eje central la aniquilación de la clase media. Es a mi parecer, lo mismo que se ha ido acentuando en Chile los últimos años, y no me refiero a estos dos años de gobierno de Sebastián Piñera, sino que a un plan que comienza en tiempos de Pinochet (en los ’80) y se mantiene profundizando durante los 20 años de gobierno de la Concertación.

Desde hace varios años pensaba que en cualquier momento iba a explotar algún tipo de movimiento reaccionando ante el plan de sociedad que nos han tratado de convencer es «el mejor», siempre pensé que ese movimiento vendría desde el mundo laboral, pero fueron los estudiantes los que dejaron de aceptar que se les siguiera metiendo el dedo en la boca.

La carta es sólo la punta del iceberg. Para tener una idea completa de cómo un grupo minoritario pero poderoso controla al resto de la población a su favor, les recomiendo ver «Capitalism – A love story«.

Algunas semejanzas entre Chile y la mano de Reagan que pueden encontrar:

  • Eliminación del sindicalismo, ya sea de forma natural o artificial (empresas multirut)
  • Estancamiento de los sueldos. En Chile se discutió este año si subir el sueldo mínimo en 100 o 200 pesos adicionales diarios!
  • Aumento de demanda farmacológica, ej: antidepresivos. Se han dado cuenta de cómo ha explotado el mercado farmacéutico en los últimos años?  Sin siquiera mencionar la colusión.
  • Ya no basta con que trabaje sólo uno de los padres, ni tampoco un número razonable de horas aunque trabajen ambos.  Vida familiar anyone?
  • La vida «aceptable» es en base al uso del crédito, en algunos casos abusivo.
  • La educación es un bien de consumo, si quieres que sea buena, debes pagar por ella.

Podría seguir, pero es mejor que lo vean por Uds mismos en el documental ya mencionado. Como bonus track, vean Sicko, y observen cómo opera un sistema de salud regulado por el mercado.

Ahora la carta, traducida por Vivienne Bachelet de http://www.ennombredelamadre.blogspot.com/

Hace 30 años justo: el día que mataron a la clase media

Viernes, 5 de agosto de 2011

Amigos:

Cada cierto tiempo, alguien sub-30 me pregunta, ¿cuándo empezó todo esto, que Estados Unidos se fuera tan a pique? Ellos dicen que han escuchado de una época en que los trabajadores podían mantener una familia y mandar sus hijos a estudios universitarios (college) con el sueldo de un sólo progenitor (y que las universidades de estados como Nueva York o California eran prácticamente gratis). Que cualquier persona que quería tener un trabajo decente lo podía conseguir. Que la gente en esos tiempos trabajaban cinco días a la semana, ocho horas al día, tenían todo el fin de semana libre y vacaciones pagadas todos los años. Que muchos empleos eran sindicalizados, desde los que llenan las bolsas en los supermercados hasta el tipo que te pinta la casa, y esto quería decir que no importaba cuan humilde era tu empleo, siempre ibas a tener una pensión garantizada, aumentos de sueldo cada cierto tiempo, seguro de salud, y alguien que te iba a defender en caso de que fueras tratado injustamente.

La gente joven ha escuchado hablar de estos tiempos míticos. Pero no es un míto. Es todo verdad. Y cuando preguntan: ¿cuándo terminó todo esto? Yo les respondo: «terminó en este día, el 5 de agosto de 1981».

Fue ese día cuando los grandes empresarios («Big Business») y la derecha («The Right Wing») se la jugaron, para ver si podían destruir efectivamente la clase media para poder hacerse más ricos aún.

Y lo lograron.

El 5 de agosto de 1981, Ronald Reagan echó a todos los miembros del sindicato de controladores del tráfico aéreo (PATCO) que habían desafiado su orden de volver al trabajo, y declaró el sindicato ilegal. Habían estado sólo dos días en huelga. Fue una movida decididamente audaz. Nadie nunca lo había hecho antes. Y lo que lo hizo aún más audaz era el hecho que PATCO fue uno de tres sindicatos que apoyó a Reagan para presidente! Fue un shock para todos los trabajadores del país. Si era capaz de hacer eso a quienes lo habían apoyado…¿qué haría con nosotros?

Wall Street había apoyado a Reagan cuando fue candidato, y ellos, junto con la derecha cristiana fundamentalista, querían reestructurar Estados Unidos y deshacer lo que había echado a andar Franklin D. Roosevelt, un movimiento cuyo fin era mejorar la vida al trabajador común y corriente. Los ricos odian pagar buenos sueldos y dar beneficios. Odian aún más pagar impuestos. Y odian los sindicatos. Los cristianos de derecha odian cualquier cosa que suene a socialismo o dar una mano protectora a las minorías o a las mujeres.

La promesa de Reagan fue terminar con todo eso. De tal manera que cuando los controladores se botaron a huelga, él actuó sin titubear. Al echarlos a todos y cada uno, y declarar ilegal el sindicato, mandó un mensaje fuerte y claro: se acabaron los tiempos cómodos y cobijados de la clase media. «America», de ahora en adelante, iba a ser así:

  • Los súper ricos van a ganar más, mucho, mucho más, y el resto de ustedes, van a tener que pelearse las migajas que sobren.
  • ¡Todos deberán trabajar! La Mamá, el Papá, los lolos de la casa. ¡Papá! Deberás tener dos empleos para que te alcance. ¡Niños! Aquí está la llave de la casa. Quizás si lleguen sus padres a la hora de acostarse.
  • ¡50 millones de ustedes se quedarán sin protección en salud! Y seguros de salud (privados en Estados Unidos, ndt), ¡ustedes decidirán a quién cubrirán y a quién no!
  • ¡Los sindicatos son malignos! ¡Tú no te sindicalizarás! ¡No necesitas a nadie que te defienda! ¡Cállate y vuelve a trabajar! No, no te puedes ir ahora del trabajo, aún queda pega; que tus hijos se preparen solos su cena.
  • ¿Quieres ir a la universidad? No hay problema. Ponga la firmita aquí y ¡vamos pagándole al banco cómodas cuotas por 20 años más!
  • ¿Qué es un «aumento»? ¡Cállate y vuelve a trabajar!

Y así sucesivamente. Pero Reagan no podía hacer todo esto solo en 1981. Tuvo harta ayuda, específicamente del AFL-CIO (la CUT de Estados Unidos, ndt).

La principal confederación sindical de Estados Unidos instruyó a sus miembros a romper la huelga de los controladores aéreos y volver a trabajar. Y eso fue precisamente lo que hicieron los trabajadores sindicalizados. Pilotos, sobrecargos, choferes, encargados de equipaje, todos sindicalizados, actuaron como crumiros y ayudaron a romper la huelga. Y de todos los colores, volvieron a trabajar.

Reagan y Wall Street no lo podían creer! Cientos de miles de trabajadores y dirigentes sindicales apoyando el despido masivo de compañeros de sindicato. Fue Navidad en pleno agosto para los grupos empresariales norteamericanos.

Y ese fue el principio del fin. Reagan y los republicanos entonces supieron que iban a poder hacer cualquier cosa, y así actuaron. Rebajaron drásticamente los impuestos a los ricos. Si querías formar un sindicato en tu lugar de trabajo, te la pusieron más difícil. Eliminaron normas de seguridad en el trabajo. Ignoraron las reglas antimonopolio y permitieron que miles de empresas se fusionaran, fueran adquiridas o cerradas. Las corporaciones congelaron los sueldos y amenazaron con trasladarse al extranjero si los trabajadores no aceptaban sueldos más bajos y pérdida de beneficios adquiridos. Y cuando los trabajadores accedieron a trabajar por menos dinero, se fueron al extranjero igual.

Y en todo momento, una mayoría de estadounidenses estuvo de acuerdo. No hubo oposición; no hubo resistencia. Las «masas» no se sublevaron para proteger sus empleos, sus hogares, sus escuelas (que una vez fueron de las mejores del mundo). Aceptaron su suerte y se dejaron aporrear.

A veces me pregunto, ¿qué hubiese pasado si simplemente hubiésemos dejado de volar, punto, en ese año, 1981. ¿Cómo hubiese sido si todos los sindicatos le hubiesen dicho a Reagan, «¡devuélvale los empleos a los controladores o nos vamos a paro nacional!»? Tú sabes lo que hubiese ocurrido. La elite corporativa y Reagan habrían retrocedido.

Pero no lo hicimos. Y así, poco a poco, pedacito por pedacito, durante estos 30 años los que han estado en el poder han destruido la clase media de nuestro país y a la vez, han arruinado el futuro de nuestros jóvenes. Los sueldos se han estancado durante estos 30 años. Mira las estadísticas y verás que cada pérdida que ha habido tuvo su inicio en 1981.

Todo comenzó en este mismo día, hace 30 años. Uno de los días más negros de la historia de los Estados Unidos. Y dejamos que esto ocurriera. Sí, ellos tenía el poder del dinero, de los medios, y de las policías. Pero nosotros teníamos 200 millones de nosotros. ¿Alguna vez te has preguntado cómo sería todo si esos 200 millones se hubiesen indignado y hubiesen exigido que le devolvieran su vida, su empleo, sus fines de semana y su tiempo para la familia?

¿Es que nos hemos dado por vencidos? ¿Qué es lo que estamos esperando? Olvídate del 20% que apoya el Tea Party (partido de ultraderecha, ndt). ¡Nosotros somos el otro 80%! Esta pérdida y declinación sólo se va a detener cuando levantemos nuestras demandas. Y no será con una petición en internet o un tweet. Vamos a tener que apagar la tele, el computador y los videojuegos y tomarnos las calles, tal como lo hicieron en Wisconsin. Algunos de ustedes deberán ser candidatos en las elecciones municipales del próximo año. Tenemos que exigir que los demócratas se pongan los pantalones y dejen de venderse al capital, o deberán dar un paso al costado.

¿Cuándo ya no se aguanta más? El sueño de la clase media no va a reaparecer mágicamente. El plan de Wall Street es claro: Estados Unidos ha de ser una nación de ricos y pobres. ¿Estás de acuerdo con eso?

Dedica este día a reflexionar acerca de las cosas que puedes hacer en tu ámbito para dar vuelta la situación, en tu barrio, en tu trabajo, en tu colegio. ¿Habrá un mejor día para empezar que hoy?

Sinceramente,

Michael Moore

Versión original en inglés:

Friends,

From time to time, someone under 30 will ask me, «When did this all begin, America’s downward slide?» They say they’ve heard of a time when working people could raise a family and send the kids to college on just one parent’s income (and that college in states like California and New York was almost free). That anyone who wanted a decent paying job could get one. That people only worked five days a week, eight hours a day, got the whole weekend off and had a paid vacation every summer. That many jobs were union jobs, from baggers at the grocery store to the guy painting your house, and this meant that no matter how «lowly» your job was you had guarantees of a pension, occasional raises, health insurance and someone to stick up for you if you were unfairly treated.

Young people have heard of this mythical time — but it was no myth, it was real. And when they ask, «When did this all end?», I say, «It ended on this day: August 5th, 1981.»

Beginning on this date, 30 years ago, Big Business and the Right Wing decided to «go for it» — to see if they could actually destroy the middle class so that they could become richer themselves.

And they’ve succeeded.

On August 5, 1981, President Ronald Reagan fired every member of the air traffic controllers union (PATCO) who’d defied his order to return to work and declared their union illegal. They had been on strike for just two days.

It was a bold and brash move. No one had ever tried it. What made it even bolder was that PATCO was one of only three unions that had endorsed Reagan for president! It sent a shock wave through workers across the country. If he would do this to the people who were with him, what would he do to us?

Reagan had been backed by Wall Street in his run for the White House and they, along with right-wing Christians, wanted to restructure America and turn back the tide that President Franklin D. Roosevelt started — a tide that was intended to make life better for the average working person. The rich hated paying better wages and providing benefits. They hated paying taxes even more. And they despised unions. The right-wing Christians hated anything that sounded like socialism or holding out a helping hand to minorities or women.

Reagan promised to end all that. So when the air traffic controllers went on strike, he seized the moment. In getting rid of every single last one of them and outlawing their union, he sent a clear and strong message: The days of everyone having a comfortable middle class life were over. America, from now on, would be run this way:

  • The super-rich will make more, much much more, and the rest of you will scramble for the crumbs that are left.
  • Everyone must work! Mom, Dad, the teenagers in the house! Dad, you work a second job! Kids, here’s your latch-key! Your parents might be home in time to put you to bed.
  • 50 million of you must go without health insurance! And health insurance companies: you go ahead and decide who you want to help — or not.
  • Unions are evil! You will not belong to a union! You do not need an advocate! Shut up and get back to work! No, you can’t leave now, we’re not done. Your kids can make their own dinner.
  • You want to go to college? No problem — just sign here and be in hock to a bank for the next 20 years!
  • What’s «a raise»? Get back to work and shut up!

And so it went. But Reagan could not have pulled this off by himself in 1981. He had some big help: The AFL-CIO.

The biggest organization of unions in America told its members to cross the picket lines of the air traffic controllers and go to work. And that’s just what these union members did. Union pilots, flight attendants, delivery truck drivers, baggage handlers — they all crossed the line and helped to break the strike. And union members of all stripes crossed the picket lines and continued to fly.

Reagan and Wall Street could not believe their eyes! Hundreds of thousands of working people and union members endorsing the firing of fellow union members. It was Christmas in August for Corporate America.

And that was the beginning of the end. Reagan and the Republicans knew they could get away with anything — and they did. They slashed taxes on the rich. They made it harder for you to start a union at your workplace. They eliminated safety regulations on the job. They ignored the monopoly laws and allowed thousands of companies to merge or be bought out and closed down. Corporations froze wages and threatened to move overseas if the workers didn’t accept lower pay and less benefits. And when the workers agreed to work for less, they moved the jobs overseas anyway.

And at every step along the way, the majority of Americans went along with this. There was little opposition or fight-back. The «masses» did not rise up and protect their jobs, their homes, their schools (which used to be the best in the world). They just accepted their fate and took the beating.

I have often wondered what would have happened had we all just stopped flying, period, back in 1981. What if all the unions had said to Reagan, «Give those controllers their jobs back or we’re shutting the country down!»? You know what would have happened. The corporate elite and their boy Reagan would have buckled.

But we didn’t do it. And so, bit by bit, piece by piece, in the ensuing 30 years, those in power have destroyed the middle class of our country and, in turn, have wrecked the future for our young people. Wages have remained stagnant for 30 years. Take a look at the statistics and you can see that every decline we’re now suffering with had its beginning in 1981 (here’s a little scene to illustrate that from my last movie).

It all began on this day, 30 years ago. One of the darkest days in American history. And we let it happen to us. Yes, they had the money, and the media and the cops. But we had 200 million of us. Ever wonder what it would look like if 200 million got truly upset and wanted their country, their life, their job, their weekend, their time with their kids back?

Have we all just given up? What are we waiting for? Forget about the 20% who support the Tea Party — we are the other 80%! This decline will only end when we demand it. And not through an online petition or a tweet. We are going to have to turn the TV and the computer and the video games off and get out in the streets (like they’ve done in Wisconsin). Some of you need to run for local office next year. We need to demand that the Democrats either get a spine and stop taking corporate money — or step aside.

When is enough, enough? The middle class dream will not just magically reappear. Wall Street’s plan is clear: America is to be a nation of Haves and Have Nothings. Is that OK for you?

Why not use today to pause and think about the little steps you can take to turn this around in your neighborhood, at your workplace, in your school? Is there any better day to start than today?

Yours,

Michael Moore
MMFlint@aol.com
MichaelMoore.com

P.S. Here are a few places you can connect with to get the ball rolling:

Showdown in America
Democracy Convention
Occupy Wall Street
October 2011
How to Join a Union, from the AFL-CIO (They’ve learned their lesson and have a good president now) or UE
Change to Win
MoveOn
High School Newspaper (Just because you’re under 18 doesn’t mean you can’t do anything!)